domingo, 25 de octubre de 2009

Cuidados para tener unos pies sanos


Los pies son una de las partes más castigadas del cuerpo, sobre ellos permanecemos apoyados la mayor parte del día y con ellos llegamos a caminar unos 12.000 kilómetros a lo largo de nuestra vida. Sin embargo, habitualmente no les prestamos la suficiente atención, descuidamos el tipo de calzado que les constriñe y, hasta que no se presenta alguna dolencia, no acostumbramos a acudir al podólogo.


Calzado cómodo

Piensa que, al igual que te vistes con ropa confortable y práctica para sentirte bien, tus pies necesitan moverse con toda libertad. Para evitar rozaduras, estrechuras y posibles malformaciones, utiliza zapatos anatómicos que respeten su forma y te permitan caminar cómodamente.

Descarta de tu zapatería los calzados que tengan mucho tacón, punteras demasiado estrechas y aquellos que sean excesivamente cerrados. Las suelas demasiado planas tampoco te benefician.

Es muy importante que no pases todo el día con los mismos zapatos. Cámbiate a menudo y aprovecha los momentos que estás en casa para calzar unas holgadas zapatillas.

Al aire libre

Reduce la condena a la que están diariamente sometidos y permite que paseen al aire libre siempre que puedas. Quitarte los zapatos y caminar descalza es una buena terapia que deberías practicar más a menudo.

No pierdas la oportunidad de dirigirte a la playa y deslizar tus pies sobre la fina y húmeda arena de la orilla. Sentirás una sensación realmente maravillosa y balsámica.

El efecto revitalizador de esta práctica dejará huella. Por la mañana, por la tarde o por la noche, siempre encontrarás un momento para desprenderte de tus verdugos y escapar de la prisión. ¿Te animas? Tus pies no sabrán cómo agradecértelo.

Camina y haz ejercicio

Si ya has conseguido dar con el calzado perfecto, prepárate para caminar al menos una hora y media al día. ¿Qué de dónde sacas tanto tiempo? Piénsalo por un momento y tú misma darás con la respuesta. Para empezar, si tu oficina se encuentra relativamente cerca, deja el coche en el garaje y dirígete a pie hasta el trabajo.

Puedes aprovechar también el tiempo de llevar y recoger a tus hijos del colegio y la hora de ir a la compra. Después de hacer todo esto, procura salir a pasear todos los días, con más tranquilidad, como mínimo durante media hora. Además de caminar, es importante que realices ejercicios, siempre de forma moderada, para reafirmar tus tobillos, relajar los dedos, las plantas y estimular el riego sanguíneo.

Bueno, ya está bien de ejercicio por hoy. Después de correr hacia la empresa y pasear por las plazas y parques de tu ciudad, tus pies necesitan un merecido descanso. Proporciónaselo.

Una vez estés cómodamente en casa, intenta dedicarles unos instantes a una de las partes más importantes de tu cuerpo. Con un poco de perseverancia y dedicación, tus pies renacerán de nuevo, dejando atrás el cansancio acumulado durante todo el día.

¿Estás dispuesta a tratarlos como si fuesen verdaderos reyes? Pues adelante. Sus deseos son órdenes...

Baños de agua y sal

Si no dispones de mucho tiempo para acudir a la playa, como te hemos recomendado con anterioridad, y caminar sobre la arena, puedes beneficiarte igualmente de las propiedades del agua del mar si preparas un recipiente con agua, preferentemente templada, y le añades un buen puñado de sal.

Sus efectos calmantes y relajantes dejarán tus pies como nuevos. Mantenlos introducidos en esta pequeño e improvisado mar de veinte minutos a media hora. Una vez sumergidos, emplea este tiempo de espera para realizar rotaciones de tobillo y mover tus dedos hacia delante y hacia atrás.

No a las ampollas y rozaduras

De nuevo te lo repetimos: más vale prevenir que curar. Para que las rozaduras y las ampollas no tengan la oportunidad de hacer mella en tus pies, es conveniente que te apliques sobre ellos, especialmente en las plantas, una pequeña cantidad de zumo de limón mediante un dinámico masaje. Haciéndolo una vez a la semana será suficiente.

No abuses de su incondicional apoyo

Cuando estás obligada a permanecer gran parte del día de pie, procura no sobrecargar tus pies manteniendo una posición fija. Te aconsejamos que cambies de postura a menudo para repartir el peso de tu cuerpo y evitar así que la parte final de las extremidades inferiores se inflamen o se duerman. Levanta los pies y vuélvelos a apoyar tantas veces como consideres necesarias.

Uñas siempre cortas

Pies sanos, igual a uñas cortas. Esta matemática fórmula siempre da resultado. Si dejas crecer las uñas de los pies, éstas se clavarán en tus dedos provocando heridas que pueden llegar a infectarse y causarte grandes molestias y dolor.

Para que esto no llegue a ocurrir nunca, córtalas a menudo, cada dos o tres días, y límalas. De esta forma los posibles picos que queden después de utilizar la tijera o el cortaúñas desaparecerán, y con ellas todos los problemas antes señalados.

Dirígete hacia donde quieras, siempre con paso firme y pies en plena forma


TIPOS DE PIES

Pies hinchados

La causa puede ser el excesivo calor y un calzado demasiado cerrado, por eso en verano lo mejor es llevar sandalias y que los pies respiren.

Ö Hacer un baño de pies cada noche, con agua tibia.

Ö Son muy recomendables los baños alternos de agua fría y caliente; su acción relaja, deshincha y estimula la circulación sanguínea.

Ö Bañarlos con agua y sal.

Ö Friccionarlos con alcohol alcanforado después del baño.

Ö Para aliviar los pies hinchados introducirlos en agua con un poco de melisa. También se puede utilizar arcilla verde, en polvo o pasta.


Pies ágiles

No olvidemos que los pies soportan el peso de todo el cuerpo, lo que obliga a cuidarlos de manera especial. Para que no lleguen a hincharse y por lo tanto poder prevenir la aparición de las temidas varices, realizar este ejercicio con frecuencia:

Ö Recta, con los brazos pegados al cuerpo, estirar la pierna derecha en el aire y describir pequeños círculos sólo con el pie sin mover la pierna. Repetirlo 15 veces en cada sentido y cambiar de pierna.

Pies sudorosos

Ö Usar productos especiales contra la sudoración.

Ö Secar bien los pies después de su lavado.

Ö Utilizar calcetines de fibra natural.

Ö Bañarse los pies con una infusión de lavanda y salvia.

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